Ni siquiera los más grandes generales expansionistas de la historia - de Alejandro Magno a Jerjes I, pasando por Julio César, el inca Tupac Yupanqui o el azteca Auitzótl - llegaron a conquistar un territorio más grande que el Imperio Mongol. El mismo llegaba desde el corazón de Mongolia hasta el este de Europa y suroeste de Asia, abarcando casi 37 millones de km2.

A partir del año 1206, el gran Gengis Khan logró la unidad de todas las tribus beligerantes mongolas y se enfrentó al Imperio Chino de Jin. Hacia 1227, Gengis falleció, pero sus sucesores continuaron la expansión, llegando a subyugar completamente a Persia y al Imperio Jwarizm. Bajo el mando de Batu, penetraron en Rusia, Hungría, Croacia y Bulgaria.

En tiempos de cruzadas entre cristianos y musulmanes, los mongoles penetraron en Palestina. El conflicto armado también continuó en China, donde hacia el año 1279, comandados por Kublai Khan, conquistaron y reunificaron la nación, pero bajo su dominio.

Sin embargo, las diferentes fricciones y rivalidades entre las tribus produjeron crisis en las sucesiones de los gobernantes, y de esta manera se fue desintegrando el gran imperio.

Una característica que llama profundamente la atención era la libertad total de culto dentro del imperio. Esto se debió, en parte, a la fascinación que Gengis Khan tenía por las religiones de los pueblos de la Ruta de la Seda, en las que depositaba su esperanza de lograr la inmortalidad.